Los docentes, al igual que los profesionales de la salud se han visto enfrentados a esta crisis, donde ellos han sido la cara visible de su institución frente a la comunidad estudiantil.
Lanzados a la fosa de los leones, así se sintieron la mayoría de los docentes al verse obligados de un día para otro a dar clases en línea. En efecto, con la llegada del coronavirus, en marzo de 2020, los sistemas educativos se vieron forzado a suspender de forma inmediata todas las clases presenciales. Así fue, como los docentes comenzaron a dar sus clases de manera virtual, sin mediar ninguna preparación, ni capacitación, más aún, sin tener conocimiento de lo que las instituciones de educación superior estaban pensando hacer para sortear esta crisis.
Convengamos que frente a esta pandemia las instituciones de educación no estaban preparadas para enfrentar tal crisis sanitaria; los docentes no estaban capacitados para dar clases online; los estudiantes no necesariamente sabían cómo estudiar de manera virtual, especialmente los principiantes.
En este punto, es relevante recordar que previo a esta pandemia la formación online en Chile era solo el 2,9% del total de la educación superior (SIES 2018). Lo cual permite estimar que aproximadamente el 97 % de los profesores(as) tuvieron que modificar su forma de hacer las clases sorpresivamente.
En este escenario de improvisación, los docentes debieron abordar su labor académica sin apoyo; en un entorno virtual bastante desconocido y en un contexto de crisis mundial. Asumieron una serie de tareas que en la educación presencial no son de su responsabilidad, por ejemplo, velar por que la plataforma de clases estuviera operativa; los alumnos estuvieran conectados; los canales de interacción estuviesen habilitados e informar y además, atender los problemas técnicos, administrativos y emocionales de los estudiantes, entre otras muchas responsabilidades. Por otro lado, la falta de contacto presencial con los estudiantes les impidió tener la temperatura, el estado emocional y de situación de los estudiantes para así, poder actuar frente a sus necesidades y problemas. Los profesores(as) han tenido que trabajar todo este tiempo a ciegas con sus alumnos. Cabe recordar que una estrategia de formación online requiere principalmente modelar la experiencia educativa del estudiante, esto independiente a la plataforma o tecnología que se utilice. Por lo tanto, requiere preparación, planificación, articulación y capacitación, entre otros.
Los docentes, la primera línea de la educación,al igual los profesionales la salud, guardando las proporciones, se han visto enfrentados a este escenario adverso, donde ellos han sido la cara visible de las instituciones frente a toda la comunidad estudiantil. Ellos han estado muy expuestos en las clases online, las cuales, se han tornado públicas rápidamente, permitiendo estar abiertas al escrutinio público.
Sí retrocedemos algunos meses, el docente era, y ha sido siempre el dueño y señor de su sala de clases y repentinamente todo cambio. Hoy por hoy, en sus clases virtuales todos pueden opinar. Una vez más, los profesionales de la docencia están siendo evaluados. Cabe reflexionar, ¿Qué sentiría uno como profesional, sí además de estar enfrentado a un contexto complejo, estuviese expuesto a ser juzgado por su desempeño?
En este estos meses hemos podido ver lo mejor y lo peor de los docentes. Algunos de ellos han sido víctimas de funas sociales, memes, burlas, etc. Un caso emblemático fue el profesor de Derecho que trato de manera muy inapropiada a sus estudiantes por no contar con la tecnología necesaria para asistir a las clases online; otro ejemplo fue “un profesor que realizaba clases online y sufre chascarro por culpa de su esposa que se cruzó en la cámara con poca ropa” o “una alumna que olvidó apagar micrófono e insultó a profesora”. Por el lado de lo bueno, ha surgido gran cantidad de docentes ofreciendo apoyo a los colegas en diversos temas relacionados a la docencia en online, por ejemplo: en el uso de plataformas, herramientas digitales y diversas estrategias para la docencia en esta modalidad.
En base a mis años de experiencia en el tema, considero que los docentes no han sido bien tratados, se les ha presionado, se les ha expuesto a una situación de mucha vulnerabilidad, no se les ha hecho parte de la solución. La angustia, el estrés y la incertidumbre, sumado al distanciamiento social, lo han tenido que vivir muy solos. Un buen ejemplo de esta falta de consideración es que al día de hoy, la mayoría de los docentes, no saben aún, sí seguirán las clases online durante el primer semestre, o todo el año; tampoco, sí se volverá a dar clases presenciales, o cómo se realizarán las actividades prácticas que requieren prescencialidad.
Tal como se anticipó, los docentes están quedando expuestos al examen público. Esto es especialmente critico considerando que ellos son actores clave en el ecosistema educativo. Por esta razón, es de todo sentido tomar conciencia de que ellos requieren de mucho apoyo, tanto para calmar sus incertidumbres por la falta de dominio de las herramientas tecnológicas y las estrategias metodológicas, como por las distintas situaciones en las que se están viendo enfrentados a resolver los problemas de los estudiantes. Entonces, ¿Cómo y quiénes están llamados a mantener la estabilidad emocional y el equilibrio laboral de los docentes en medio de esta situación de estrés prolongado?
En mi opinión, son las instituciones educativas, sus líderes, sus autoridades quiénes son los responsables de dar estabilidad y apoyo emocional a sus docentes. Dado este aislamiento forzado y repentino, es sano que las instituciones sinceren a su comunidad, que lo que se ha estado implementado es una estrategia de contingencia, que es muy diferente a una estrategia de formación online. Esta es la solución que se conoce, para un escenario que se desconoce.
Por lo tanto, no son clases en modalidad online, son clases virtuales de emergencia, vale decir, son las mismas clases tradicionales pero, a través de plataformas que conectan a los profesores con sus estudiantes de forma sincrónica, que en la actualidad están a distancia. Estas clases no fueron diseñadas para esto, mas bien, están siendo adaptada para esta situación. Por lo tanto, no son perfectas y nadie debería esperar lo contrario. Hay poca comprensión de que no es un momento normal y no se puede sostener el trabajo tal cual, que la productividad bajar, porque es un escenario desconocido. Es clave tomar conciencia de que es esencial escuchar, empatizar y acompañar a los docentes, quienes son el contacto más cercano a los estudiantes. Ellos deben sentir que no están sólo en este desafío.
En consecuencia, se requiere fomentar la tolerancia, apertura y flexibilidad por partes de todos los actores de la entidad educativa, porque todo cambió y todo ha sido más difícil. Los líderes de las instituciones deben ser la voz que calme, que priorice entre las miles de urgencias, que genere la confianza de que sí se va a salir adelante de la pandemia.
Finalmente, por sobre todo, debemos cuidar y valorar a nuestros profesores(as) porque sí ellos no hacen bien lo que mejor saben hacer, todo el sistema colapsa. No olvidemos que los docentes son los únicos profesionales capaces de construir futuro. A través de los estudiantes pueden cambiar el mundo.
Perfil del autor
- Veronica Herrera
- Diseñadora y comunicadora especialista en entornos virtuales de aprendizaje, con más de 15 años de experiencia en los ámbitos de Educación, Innovación, Tecnología y Comunicación. Consultora independiente de diversas entidades tales como, la Universidad española Oberta de Catalunya; el instituto profesional IPLACEX; Comunidad Mujer; Universidad Adolfo Ibáñez; CONICYT, entre otras
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